Fantasía es no solo desliz de lenguaje, sino acto fallido
El cartesianismo todavía pervive en el lacanianismo, por una incomprensión de la ciencia lingüística. No una incomprensión inocente, pero sí un equívoco. ¿Cuál? El hecho de que Lacan es el mejor de los lingüistas. El sujeto de enunciado no es el sujeto de enunciación, del mismo modo que el moi no es el je, pero esto no implica que la clínica lacaniana trate la parole o el habla, de modo literal (la lectura vulgar anglosajona: falo es pene, oral es seno, anal es caca, sexo es coito, etc): un diccionario, una guía telefónica o el código binario computacional, serían todos psicóticos. Al mismo tiempo, tampoco se refiere a una connotación en el sentido de un adjetivo. Se refiere a lo que tanto la literalidad como la connotación, señalan indirectamente acerca de un interpretante imaginario (o el aspecto consciente del imago, para ser más preciso, o lo consciente, en la primera topológica). Esto quiere decir, que señala al sujeto de enunciación del mismo modo que señala al je o al sujeto de lo inconsciente. He aquí la trampa cartesiana dentro del lacanianismo: mientras el imago es material del mismo modo que el enunciado es literal y connotativo, pero acerca de una significación y no solo un significado comunicacional, y además de contenido como sustancia en Hjelmslev, considerado una relación entre esa significación, el habla o enunciado como representamen, y una enunciación otra que es el objeto a como Bedeutung, es decir, el anverso en términos de óptica geométrica de lo real del cuerpo somático mismo del sujeto: un objeto a y/o un das ding, que no es solo el corpo-real (Ettinger), sino el falo mismo, más allá de la indicialidad: una relación dual con un objeto tercero faltante, que es tercero no solo por sociológica, sino por la diferencia entre el entorno inmediato y analógico, y el entorno virtual y simbólico. El imaginario entonces, sería un significado, que en términos de interpretante, sería también un signo, y por lo tanto, un enunciado como significado. Después, vendría el habla, que sería enunciado también, pero un enunciado verbal, alternando entre la escucha y la emisión: entre la pasividad y la escritura, entre el oído y la mano, o lo que es lo mismo, entonces: emisión o vista. Es decir, la lingüística y la psicología lacaniana y social, además de la general, solo pueden ser entendidas desde la comunicación, del mismo modo que la falacia intencional empezó antes de Barthes, y del mismo modo que la sociología francesa había empezado antes en el siglo XX, en la escuela de Chicago, Harvard y demás de la generación de sociólogos estadounidenses. ¿Qué es el falo? Cualquier objeto. ¿Qué es el símbolo? Cualquier objeto. ¿Qué es lo imaginario? Cualquier objeto. Hegelianismo al fin, más allá de Kant, sin olvidar nunca a Kant. Ahora, de nuevo: ¿Qué es el falo entonces? No cualquier objeto, necesariamente (es decir: no es algo suficiente, sino necesario, y aún así, tampoco, sino, solamente posible). Es un nudo borromeo nuevo: modelo óptico de Bouasse. Es decir: ¿qué es el real? Yo. ¿Qué es lo simbólico? Yo. ¿Qué es la imagen? Yo. Total. Es decir, constructivamente: la unidad del sujeto está aquí, se llama simplemente cognitivismo, cognición y cognitividad, filológicamente precisa. Y ya no más cartesianismo, ni siquiera lacaniano o del cuerpo, ya no más el problema duro de la consciencia, sino que el problema duro de la consciencia misma se ha resuelto. Es simplemente monismo neutral, causa ausente, y una unidad del sujeto, no-adleriana. Las ciencias y el sujeto se han unido constructivamente. Triunfo de Paiget ¿sobre Lacan? Nunca. Triunfo nada más de la psicología general, la cual le ha tocado la hora de partir. Las ciencias naturales y sociales unidas, precisamente, bajo la base del modelo de la psicopolítica misma que solía existir. Ilustración y posmodernidad, sintetizadas aquí.
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